Los secretos de una mujer con gafas psicóloga
Había algo en él que no lograba encajar del todo con el perfil que solía recibir en consulta, el chico se sentó, como siempre, con una media sonrisa que no terminaba de ser cordial ni del todo sincera. La mujer con gafas lo acomodo en mi silla, y le enseño las piernas con unas piernas medias con liguero debajo del vestida modo de herramienta de seducción, y se ajusto la blusa para que el tipo pudiera verle las tetas perfectamente el tiempo suficiente antes de comenzar a tomar notas. Un gesto automático, profesional, parte de mi rutina como psicóloga.
Él hablaba con una calma inusual. Su tono era suave, íntimo, como si cada palabra que soltaba estuviera dirigida a mí más allá del contexto clínico. Describía una relación pasada, con detalles sutiles pero cargados de una sensualidad apenas disimulada. La mujer con gafas asentía, como siempre, intentando mantenerme centrada, aunque la mente comenzaba a resbalar por lugares menos éticos y mas provocativos hasta que decidió quitarse la blusa y quedarse solo con las medias con liguero puestas en el cuerpo.
En un momento, se quedó en silencio. La mujer con gafas miré fue cuando comenzó a estimular el miembro viril masculino con los dedos en un intento de reconducir la sesión a un encuentro sexual esporádico, y el tipo se dejo llevar por la situación observando las medias con liguero que llevaba esa rubia tetona. La habitación, normalmente un espacio de escucha y contención, parecía ahora cargada de algo más. Tensión, atracción y curiosidad .
En la consulta la tensión se podía notar
La mujer con gafas que escuchaba, analizaba y orientaba, comenzaba a perder el control y decido practicar el mejor sexo oral que el hombre podía imaginar aunque la idea inicial era en un principio limitarse a anotar cualquier palabra que dijera el hombre en el cuaderno, fingiendo la situación pero la mujer con gafas y unas bonitas medias con liguero ya había decidido tener sexo esporádico dentro de la consulta con ese cliente. Porque la verdad es que, desde hace semanas, cada vez que él cruzaba esa puerta, algo dentro de mí se removía.
La mujer con gafas y las lujosas medias con liguero como profesional, hizo descontrolar la situación buscando sexo vaginal incansablemente. Termino la sesión con una gran sonrisa con la misma neutralidad que había aprendido a dominar con los años, y lo despidio con un gesto firme. Pero cuando la puerta se cerró, me quedé allí sentada, sintiendo el roce de las medias con liguero en la piel sabiendo que, por primera vez, había follado sin compromisos dentro de la consulta.
Una psicóloga con unas medias con liguero no debería sentir. Pero yo había sentido. Y mucho.